sábado, 9 de julio de 2016

El bullying en los adolecentes


“No suelo dejarme llevar por las emociones, pero llegó un momento en que sencillamente no quería ir a la escuela. Me dolía el estómago, y todas las mañanas vomitaba el desayuno.”— Blanca, una adolescente canadiense que recuerda así los días en que sufrió hostigamiento. El bullying en cualquiera de sus formas es un comportamiento lamentable que requiere de gran atención por parte de la sociedad. Esta tensión no solo se debe a lo que realmente ocurre, sino al temor de lo que pudiera suceder. Algunas tácticas a las que recurren los hostigadores son las burlas crueles, las críticas constantes, los insultos, los chismes y las exigencias imposibles de satisfacer. A continuación, explicaré las causas principales por las que se desata este tipo de comportamiento en los jóvenes.

En primer lugar, las causas principales del bullying se deben a la violencia que puede existir en una familia y al entorno educativo en el que se desenvuelven. Estas causas provocan en los jóvenes un comportamiento inusual el cual lleva a maltratar física y  psicológicamente a otros jóvenes. El bullying hace referencia a una persona o a un grupo de personas que se dedican al asedio, persecución y agresión de alguien, que no necesariamente es otro joven. En el distrito de puente piedra, un profesor cuenta sus días de miedo y terror ante la agresión de sus alumnos.

Testimonio:

“Cada vez que entraba al salón de clases de los alumnos de quinto año de secundaria, una vez que cerraba la puerta, las pifias y los insultos eran parte de mi bienvenida al salón. Tener que caminar entre las carpetas donde se sentaban los chicos, era demasiado incómodo, solo caminaba y miraba de frente hacia el pupitre donde iba a sentarme. En más de una ocasión, pegan chicles debajo del pupitre donde me siento, y más de una vez se me ha pegado en los pantalones. Por más que llame al auxiliar o al director del colegio, no toman consideración alguna, a pesar de que han suspendido a algunos. A veces se salen de la mitad de clase. Una vez mancharon con tinta de plumón mis registros de notas, como se acercaban la entrega de boletas, con el fin de estropearlo lo hicieron, por suerte guardé una copia, si no lo hacía no sabría que hubiese hecho. Un día, en la pizarra los alumnos escribían cosas referentes hacia a mí como apodos y groserías. Cuando quise reprenderlos por tal hecho, uno de ellos se paró delante de mí diciendo: ¿Qué pasa profe?  Si usted se queja, la próxima vez que venga al aula le vamos hacer peores cosas, así que 'chitón nomás', sin llorar. Mientras el alumno me decía esto, se iba acercando cada vez colocando su frente contra lamía y al final me da un leve empujón. Lo único que hice fue darme la media vuelta y continuar con mi clase.”





Uno de los factores, que posiblemente sea la causa principal de la agresividad en los jóvenes, es la familia. En este lugar, los jóvenes adquieren los primeros modelos de comportamiento. En los primeros años de vida, el niño puede tener actitudes agresivas como una forma de expresar su sentir ante un entorno familiar poco afectivo, donde existen situaciones de: ausencia de algún padre, divorcio, violencia, abuso o humillación; que son ejercida por los padres o hermanos mayores. El maltrato permanente de los padres a sus hijos no solo puede deteriorar la armonía del hogar y el comportamiento del niño en otros entornos, sino que disminuye la posibilidad de establecer relaciones positivas y repetir con mayor frecuencia las situaciones de violencia y agresividad, hasta volverlas crónicas, inclusive. Por lo general, aquellos niños que ejercen violencia en el entorno escolar, son víctimas de algún tipo de violencia en otro contexto. Esto se debe también a que posiblemente el niño vive bajo constante presión para que tenga éxito en sus actividades. Todas estas situaciones pueden generar un comportamiento agresivo en los niños y llevarles a la violencia cuando sean adolescentes.

Por otro lado, la escuela también es parte de la formación de los niños y en la cual se aprenden más valores que los que se aprendieron en casa. Sin embargo, puede haber profesores que se crean expectativas positivas o negativas con respecto a aquellos alumnos que destacan más en clase y criticar a aquel grupo de alumnos que ellos consideran lentos para el aprendizaje. Estas diferencias pueden generar rivalidad, envidia, soberbia o baja autoestima entre los compañeros de clase. Este tipo de relación profesor-alumno, puede ser peligroso en el sentido de ocasionar ansiedad y depresión entre los chicos y chicas, así como también un descenso en el rendimiento escolar. Entre el 15 de setiembre de 2013 y el 14 de agosto de este año se han registrado 1,052 casos de agresiones a alumnos en planteles de Lima, según el Sistema Especializado en Atención de Casos sobre Violencia Escolar del Ministerio de Educación. Por otro lado, el 59% de estudiantes de los colegios más grandes de El Agustino: José Carlos Mariátegui, María Parado de Bellido, Húsares de Junín, Héroes de la Breña, Ramón Castilla y María Reiche, son víctimas de bullying, es por eso que cuanto más grande es la escuela hay mayor riesgo de que haya violencia escolar, sobre todo si a este factor se le suma la falta de control físico, vigilancia y respeto.

En conclusión, la sociedad no puede permanecer ajena al bullying que es un maltrato que se da en uno de los ámbitos fundamentales para la socialización de los niños, la escuela. Una vez desenmascarado el problema se ha de poner en la agenda de los poderes públicos para asegurar su prevención, detección e intervención eficaces. Una intervención adecuada que tiene que empezar y ser liderada por la comunidad educativa y la familia, culminando en la actuación judicial en los casos en que se requiera. No obstante, es la sociedad en su conjunto la que tiene que responsabilizarse de que los niños se eduquen en un contexto de libertad, igualdad y justicia.